Nueva York I
El primer día en que estuvimos en Nueva York nos sentíamos muy cansadas por el vuelo y el cambio horario. Hicimos un gran esfuerzo por no acostarnos a las seis de la tarde.
Pese al sueño, nos obligamos a dar nuestro primer paseo por la gran manzana: 5ª Avenida, Park Avenue (donde teníamos el hotel), Rockefeler Center y Broadway Avenue.
Al día siguiente empezamos con ritmo fuerte a ver Manhattan. Comenzamos paseando por Central Park, que nos llevó toda la mañana, ¡es enorme! Aunque parezca increíble, no se escucha el tráfico que lo rodea. Por dentro hay mucho caminos, e incluso alguna carretera por donde pasa transporte público, pero el problema es que está fatal señalizado y en varios momentos nos perdimos (literalmente) en el parque. ¡Tiene 4 kilómetros de largo!
A destacar sus lagos, especialmente el Reservoir, que es el más grande y el que sale en un montón de películas. También es precioso la avenida de la literatura, o algo así, donde se pueden ver estatuas de algunos de los escritores más conocidos, como Walter Scott.
Tras Central Park, pasamos otra vez por la 5a Avenida, Broadway y llegamos a Times Square. Espectacular, sí, pero a mi me agobió un poco, la verdad. Hay que tener en cuenta que nos encontrábamos a finales de junio en plena jungla de asfalto, y las temperaturas no bajaban de 30 grados a la sombra. En Times Square la sensación es como si los edificios, con sus cientos de anuncios y sonidos, se te viniesen encima. Eso sí, de noche te quedas con la boca abierta. Cada día cogimos la costumbre de merendar en el Starbucks un frapuccino de fresa o caramelo. Para morirse. Menos mal que nos pasamos el día caminando de un sitio a otro y que lo compensábamos
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