Allí mismo tomamos al autobús nº 24 (sí, rojo y de dos plantas) que nos dejó unos minutos después en Trafalgar Square (C). Desde allí fuimos paseando y callejeando, pasando por delante de St. James Place, la casa oficial de Carlos de Inglaterra y que tenéis en la foto en la que estoy con mi amiga María José. La verdad es que el edificio no era especialmente bonito. De allí estás a sólo minuto de St. Jame's Park, frente al Buckingham Palace.
Cuando nos encontrábamos justo delante del palacio, que tenía mucho trasiego de carruajes y coches que entraban y salían, vimos cómo dos de los Land Rover del aparcamiento se ponían en marcha. A su salida nos fijamos y vimos... ¡que iba la reina de Inglaterra! No sé por qué, pero nos hizo mucha ilusión, ¡su graciosa majestad! jaja :D
Es un área muy bonita, donde además de ver varios edificios semicirculares como Wilton Crescent, tan típicos ingleses, podéis admirar las casas de muchas embajadas. En la foto sobre estas líneas me veis precisamente la mar de contenta a punto de colarme en una de ellas (sólo me detuvo la cámara de seguridad).
Desde allí cogimos el metro en Hyde Park Corner para dirigirnos a Covent Garden, ¡precioso por Navidad! Dimos una vuelta por dentro y visitamos (y saboreamos) los puestos de comida típicos de Navidad, sandwiches de mil cosas, cupcakes, vinos calientes, pastas...
Londres es maravilloso de noche, pero en Navidad lo es más todavía. Todas las tiendas y pubs tienen algo iluminado y las calles están preciosas. Así que continuamos caminando y callejeando, entrando a tienditas y disfrutando de estar con una amiga en una de nuestras ciudades favoritas. Llegamos al Soho y, por supuesto, fuimos por Carnaby Street para ver cómo la habían decorado esta vez, ¡con pájaros gigantes! Me recordaron, inevitablemente, a Twitter ;) También pasamos por la zona china, con sus grandes puertas rojas y los patos en los escaparates.
La verdad es que no había demasiada gente en ninguna parte, puede que porque era jueves, pero pudimos caminar a nuestras anchas sin sufrir, en ningún momento, aglomeraciones ni agobios. Ni siquiera en el mercado de Navidad de Hyde Park, donde nos acercamos esperando un ambiente menos comercial y más entrañable. De todas maneras, pasamos un muy buen rato tomando vino caliente con especias, sentadas en mesas de madera bajo un gran árbol iluminado y escuchando música en directo increíblemente buena.
Acabamos la noche (y la jornada) recorriendo el maravilloso y elegante barrio de Mayfair, plagado de coches de lujo, casas y pubs de ensueño y decoraciones de Navidad en cada plaza.
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