11 de enero de 2012

De calas por Menorca

Por la mañana llegamos a Menorca. Aterrizamos en Mahó, recogimos el coche de alquiler, condujimos hacia el hotel, nos instalamos, nos pusimos los bañadores y volamos hacia el coche de nuevo para empezar a conocer esas ansiadas calas.
Las primeras fueron Binimel.là i Pregonda. Ambas en el norte y bellísimas aunque la segunda da la sensación de tener las aguas más claras por su diferente arena. El agua está bastante más fresca que en Alicante. Entre una y otra hay unos 15-20 minutos de paseo fácil por un paisaje rojizo, polvoriento y escarpado, pero atractivo.

A la vuelta pasamos por Es Mercadal, desde donde se sube al Monte Toro, el punto más alto de Menorca. Las vistas son estupendas. Arriba hay una ermita, con un patio lleno de plantas, una fortificación y, cómo no, una tiendecita de recuerdos.
Al día siguiente teníamos planeado ir a algunas de las famosas calas del sur: Turqueta, Macarella… pero cuando llegamos eran un infierno de aire y algas, ya que soplaba viento del sur. El chico que vigilaba el aparcamiento nos recomendó tirar para el norte e ir a la playa de Algaiarens. Así que hacia allá condujimos y la verdad es que valió la pena el rodeo que habíamos dado.

Algaiarens no tiene nada que envidiar a las playas del sur. Es de arena clara, aguas cristalinas y una maravilla para ir con las gafas de bucear. A su derecha hay otra cala, más pequeña, a la que se accede a nado, a través de las rocas o por un camino. Nosotros probamos las dos primeras opciones. Esos días de finales de julio fueron fortísimos, achicharrantes, y en Algaiarens deseamos más que nada tener una sombrilla donde meter la cabeza. Ni que decir tiene que nos pusimos negros como tizones.

Por la tarde-noche fuimos a Alaior a dar una vuelta. La expedición duró poco, pese a que el pueblo es precioso, como todos los de Menorca, pero es que eran más de las nueve de la noche y estábamos a 33-34 grados. Nos metimos en el aula de cultura a revisar los correos (por cierto, Internet en Menorca es un desastre, su lentitud acaba con la mayor de las paciencias) y volamos hacia el hotel en busca de aire acondicionado y cero movimiento.

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