Los anfitriones nos esperaban con el fuego de leña encendido y que, gracias a una original chimenea con dos puertas, el fuego da a la cocina y al salón. Apoyadas en dos sillas de la cocina habían dispuesto un par de cañas de las que colgaban las láminas de pasta ovaladas y ya prensadas.
Sólo quedaba pasarlas por la maquinita mágica para darles forma. Y, por supuesto, allí estaba yo para darle a la manivela y ver ante mis ojos cómo aparecían unos perfectos tagliateles con borde serpenteante.
Deliciosos... ¡viva la pasta!
Grazie bella!
ResponderEliminarrepetiremos;-)
besets
* puntue amb un "molt entranyable"
Di niente, amore!
ResponderEliminarUn plaer que ens trateu així de bé :)
¡Me encantan los blogs gastronómicos! Muchas gracias por compartir aquí el vuestro. ¡Lo veré, desde luego!
ResponderEliminarEs estupendo que os hayáis pasado por La viajera, gracias por vuestro comentario :D