El segundo día de ruta por la Costa da
Morte nos llevó al sur (el primero estuvimos en Muxía). Empezamos por Muros, un pueblo precioso, alegre, con
mucha actividad y que, además, coincidió en que era día de mercado. Dejamos el
coche a la entrada del pueblo y paseamos por los puestos del mercadillo al
mismo tiempo que no perdíamos de vista el puerto, el mar y los miles de
mejillones que había en las rocas.
En Muros hay mucho que ver y visitar. A
un corto paseo está el barrio A Virxe do Camiño, donde está la iglesia
santuario con el mismo nombre y del siglo XVI. Ya en el casco histórico de Muros,
recorrimos muchas de sus calles, con casas preciosas con balconadas y galerías blancas
llenas de flores. En la bonita y alegre Plaza de Galicia hicimos un alto en el
camino para refrescarnos, ya que el calor era increíble. Entramos a conocer el
edificio del Mercado de abastos y seguimos nuestro paseo hasta la zona alta del
pueblo. Allí entramos a la capilla de Nuestra Señora de las Angustias, donde
una guía local nos explicó su historia. De allí, serpenteando por las
callejuelas, fuimos a la iglesia de Muros, que se conocía como la Colegiata de Santa
Maria do Campo. Desde la torre del campanario se puede admirar una vista
fantástica de toda la localidad, su puerto y las montañas.
La hora de la comida había llegado así
que nos acercamos a la recomendada Casa Petra de Muros a probar el pulpo a
feira. ¡El mejor del viaje!
Seguimos nuestra ruta por el sur de la
Costa da Morte en la Cascada del Ezaro y el embalse de Santa Uxía, zona en la
que estuvimos un buen rato observando las vistas desde el mirador y paseando
después por la fantasmagórica y fotogénica carreterita que va por encima de la
presa. Pese a que nos gustó conocer la cascada y ver el mar desde allí arriba,
no dejó de sorprendernos la cantidad de cemento que había por todas partes. La
central hidroeléctrica que se construyó en el embalse de Santa Uxía ha hecho
que la cascada sólo caiga en toda su plenitud unos días determinados a unas horas
concretas.
Más tarde, en Carnota, paramos para
conocer uno de los hórreos más largos de Galicia, junto al que hay un palomar o
pombal y la iglesia de Santa Comba.
A la bajada del faro y ya hacia Fisterre, recogimos a gente que iba andando en la misma dirección. Hacía mucho frío y viento y había sorprendido a muchos con ropa totalmente de verano. Entre ellos bajamos a Elia y Arturo, una pareja de americanos de Carolina del Sur que había hecho parte del Camino de Santiago. Acabamos tomando algo juntos en un acogedor bar de Fisterre y contando anécdotas.
Con ellos pusimos la perfecta guinda a un día completo y maravilloso recorriendo el sur de la Costa da Morte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Quieres comentar algo sobre lo que acabas de leer? ¡Muchas gracias!